La memoria del altamente superdotado, un agujero de gusano

Artículo realizado por Maria Rydkvist en Estocolmo a 26 de junio de 2024

Por qué la gente olvida? Cómo es la memoria de la persona superdotada profunda?

Para poder explicarlo veo necesario realizar un símil en base a lo que se entiende como agujero de gusano en cosmología.

”El agujero de gusano permite desplazarse en el espacio, no en el tiempo ya que existe un agujero de salida y otro de entrada, es decir, un agujero negro y otro blanco. Las singularidades están en contacto, pero el agujero de gusano seria un espacio diferente al universo normal, todo el túnel no cumple las leyes físicas del universo que conocemos y por lo tanto, no sabemos que pasaría dentro. Seria una zona donde se podrían incumplir las leyes físicas del universo porque no rigen las leyes de causalidad, ni tendrían que cumplirse las leyes de la relatividad. La luz no sale hacia afuera si se pasase el horizonte de sucesos, en el caso de que una persona pudiese atravesarlo, dejaría de verse, porque ya no escapa, sería algo así como si nadas a la misma velocidad de una catarata que va rápido, jamás te caerías. Seria hermético porque no se sabe qué pasa dentro…”

A veces es complicado llegar a una definición unánime sobre lo que tanto científicamente como ontológicamente se puede llegar a entender como memoria. El título de este hilo creo que desde mi propia fenomenología puede ser la forma más singular de definir la memoria del superdotado profundo, por lo menos tal y cómo la experimento personalmente. Llegados al caso de lo que voy a explicaros más adelante, entiendo la memoria cuánto menos como una singularidad de la propia naturaleza de las personas altamente superdotadas. Esta memoria no se conforma de una mera acumulación de datos o de imágenes que podamos llegar a reproducir a cual memoria reproductiva de una persona savant. Hablo de un estado complejo de conciencia que «nunca olvida» y que no permite que la memoria cerebral te pueda jugar una mala pasada creando información «no real» y ficticia para poder rellenar ese estado de conciencia de lo pasado en relación al tiempo y el espacio, pero ya no tan real, sino transformándose en un espacio y relato «inducido» por lo singular del funcionamiento de nuestra realidad mental al «computar» el propio proceso vital.

Eso que comento, es precisamente lo que desde la judicatura podría entenderse como un relato o registro, que varía en su valor y precisión según pasa el tiempo desde el lugar en el que sucedieron los hechos. Ya sea un testimonio que pretenda o no, según el lugar de la víctima o del que comete el delito, de intentar engañar a la justicia o de que el relato sea lo más ajustado y veraz posible a la realidad, a la verdad.

Tal vez ese sea otro parámetro a tener en cuenta, la verdad, o la memoria en verdad del altamente superdotado, y no solo desde el punto de vista ser consciente de lo sucedido, sino desde abordar la memoria del superdotado profundo desde un estado de verdad, veraz en el que sobre todo existe una memoria que se ajusta y se reproduce en torno a la identificación de la injusticia, no tan solo ya al mero ejercicio de poder archivar los distintos sucesos, sino a poder entenderlos y acceder siempre a ellos, desde el matiz ampliado de una justicia que no está jamás completa, que se sucede de una manera conectada durante todo el proceso de registro vital.

Tal vez el modo en el que procesamos y memorizamos las personas como yo, esté más dirigido por esta inercia de documentar toda la injusticia vital que percibimos, pero para poder llegar a ese nivel de conciencia de la verdad y de lo justo para el grupo por encima de la justicia individual, y por eso creo, que para el superdotado profundo, es siempre necesario poder «no olvidar jamás nada».

La memoria que intento describir en este caso no tiene como fin la nostalgia y se desliga automáticamente y de un modo pragmático, de hacer juicios de que lo anterior ha podido ser mejor que lo actual. Eso es en sí otra de las trampas de la memoria no ampliada, la de conectarse a un pensamiento que ya está rendido al espacio del juicio crítico y que ha sido cedido a conformar ya parte de «un registro a la nostalgia», versus a no delegarle este espacio de contenido permanente y revisable al control de la memoria, por llamarlo de algún modo, un no rendirse jamás a ese espacio de pérdida de memoria cognitiva y del mundo de lo abstracto.

Si nos dejamos llevar por la nostalgia tal y como nuestro cerebro nos permite que accedamos a lo pasado, estaremos siempre vacíos de poder interpretar todos los matices de injusticia que se suceden en ese estado en concreto que queremos recordar, y por eso entiendo que la singularidad entre memoria y pensamiento crítico es algo que jamás puede desarrollarse si cedemos a la nostalgia el control de nuestro pensamiento anterior, de nuestra propia memoria.

Tal vez la memoria del superdotado profundo se trate en sí de un estado permanente de realidad en el que intentamos ganarle la batalla a toda costa a la nostalgia y a la falta de verdad, de razón y de justicia, de lo que retenemos en nuestra pupila, de lo que escuchamos, y sobre todo de lo que experimentamos en nuestra memoria táctil y olfativa. Qué sería del mundo abstracto y su contenido si no lo podemos «polinizar» de la memoria sensorial y de la conciencia moral?

En el trabajo me sucede a menudo con compañeros de todo tipo de edades que tras un tiempo me vuelven a comentar algo que ya me habían dicho antes. He llegado hasta la conclusión en esa especie de experimento científico de la memoria por edad, de que para una persona de treinta años «mucho tiempo» puede ser algo que se dijo hace menos de dos meses.

Este hecho me aterroriza desde el punto de vista de no poder nunca llegar a saber cuándo la memoria de los demás «olvida» y cuánto es el tiempo transcurrido que debo de considerar cómo algo puntual o cómo un espacio de tiempo que se convierte en estándar para el resto, por qué cual es la media de memoria del resto?, no ya en la mera retención y registro de la información, sino en el procesamiento de su contenido interminablemente de manera crítica y justa? Esto es para mí túnel sin salida…

«Hablar por hablar» es una utopía a la que si llegado el caso pudiese acceder alguna vez, sería sinónimo de mi muerte moral, al no poder poner en marcha «mi detector» de injusticias en lo que se acaba de decir y registrarlo como «memoria inacabada» en mi recuerdo vital.

Si esto que comento de no olvidar jamás lo que se dice y se observa, y de recordar siempre los matices que puedan conducir a la verdad en cada conversación y registro de la memoria, es algo positivo o no, pues no lo sé, pero creo que la mejor manera de definirlo es a través del símil del agujero de gusano por lo hermético del proceso y porque incumple lo establecido.

Porque lo que intento explicar es que la memoria del superdotado profundo es un estado humano o una singularidad humana, pero al mismo tiempo tiene su carga moral y emocional, su propio túnel que incumple las leyes físicas del universo…humano por definirlo de algún modo.

Una memoria que junto con la superación continua de un estado de registro de la verdad infinito, implica una soledad permanente…

Tal vez cederse a la nostalgia sería lo más inteligente llegado el caso, o dejarse en manos del olvido, pero la mente de la persona superdotada profunda es inquisitiva, principalmente con ella misma y la mantiene en un estado de conciencia moral que nunca descansa, es un registro infinito de inimaginable dolor… El registro singular de ”esta memoria en túnel” y la elevada autocrítica del superdotado profundo, es en sí mismo, un agujero de gusano.

2 comentarios en “La memoria del altamente superdotado, un agujero de gusano

  1. Una memoria tan impregnada de hitos de injusticia y falta de ética y que el resto olvidó, rellenó o «mistificó» en una nostalgia propia y de grupo que pervierte la propia historia, sea ésta universal o local. Que además como tan increíblemente dices no «polinizan» como nosotros hacemos, impregnándola de sensaciones que nos trasladan allí de manera vívida e instantánea. Y que al no poder compartir con el resto, llegué a pensar que recordar tanto y tan detalladamente era un error en mí. Otro error más, en fin. Y es que ese es el punto de inflexión; si los demás lo olvidan o mistifican, ¿esos hechos siguen ahí? Para ellos desde luego no. Muchas veces mi cerebro comienza a organizar eventos que tengo algo desordenados. Como un ordenador en 2° plano, y no para hasta encajar todo cronológicamente. Somos lo que hemos vivido y experimentado, y en nuestro caso a un nivel máximo. Todo está ahí y aunque a veces se resista, acaba saliendo, sobre todo si el mal o la injusticia se cruzaron en ese momento. Los detalles que hacen sonar el «clic» que lo «desparrama» todo, sin importar nuestro yo, ya que es una memoria que como dices incumple las «normas» asumidas; hermética y propia, aunque sepas que todos y todo forman parte de ella. Y aunque no sea intuitivo para los demás existe y «es», como un mecanismo cuántico, quizás extraño, pero matemáticamente y estadísticamente predecible y comprobable. Nuestro agujero de gusano que nos lleva y nos trae en un instante aquí y allá y que nos azuza con todo lo inmoral que «desaparece» para el resto , el «mal» que éstos vuelven a repetir en un bucle que sólo nosotros vemos, confirmando la inmensa soledad de nuestra mente y sus recuerdos: autocrítica, inquisitiva, dolorosa, casi exacta en cada detalle, pero también a veces una mente que en compañía de una música , un paisaje, un cuadro, una lectura, una compañía, incluso lejana (aquí al lado para un agujero de gusano ;)) o un pensamiento, nos lleva a un estado atemporal, bello, armonioso, humano, gozoso hasta el éxtasis , que «abandona» los recuerdos dolorosamente encadenados y donde el mal de pronto se desvanece y nuestra inmensa capacidad acoge incluso con cariño en un rinconcito de un todo agradable y al fin en paz. Y como estos momentos  no duran para siempre, ¡Mejor disfrutarlos a tope! Ya volverán los miles de recuerdos no tan agradables, perfectamente registrados y que sólo nosotros podemos ver y que también son parte de nuestra mente y por tanto de nosotros, y del resto también, aunque éstos los olviden y por tanto los pierdan o modifiquen sin parar y sin ser conscientes de ello.

    Una mente que también nos permite compartir estas cosas que nadie más experimenta y recordarlas en momentos de recuerdos difíciles, para sin duda sufrir un poquito menos ¡Gracias!

     

    Una memoria tan impregnada de hitos de injusticia y falta de ética y que el resto olvidó, rellenó o «mistificó» en una nostalgia propia y de grupo que pervierte la propia historia, sea ésta universal o local. Que además como tan increíblemente dices no «polinizan» como nosotros hacemos, impregnándola de sensaciones que nos trasladan allí de manera vívida e instantánea. Y que al no poder compartir con el resto, llegué a pensar que recordar tanto y tan detalladamente era un error en mí. Otro error más, en fin. Y es que ese es el punto de inflexión; si los demás lo olvidan o mistifican, ¿esos hechos siguen ahí? Para ellos desde luego no. Muchas veces mi cerebro comienza a organizar eventos que tengo algo desordenados. Como un ordenador en 2° plano, y no para hasta encajar todo cronológicamente. Somos lo que hemos vivido y experimentado, y en nuestro caso a un nivel máximo. Todo está ahí y aunque a veces se resista, acaba saliendo, sobre todo si el mal o la injusticia se cruzaron en ese momento. Los detalles que hacen sonar el «clic» que lo «desparrama» todo, sin importar nuestro yo, ya que es una memoria que como dices incumple las «normas» asumidas; hermética y propia, aunque sepas que todos y todo forman parte de ella. Y aunque no sea intuitivo para los demás existe y «es», como un mecanismo cuántico, quizás extraño, pero matemáticamente y estadísticamente predecible y comprobable. Nuestro agujero de gusano que nos lleva y nos trae en un instante aquí y allá y que nos azuza con todo lo inmoral que «desaparece» para el resto , el «mal» que éstos vuelven a repetir en un bucle que sólo nosotros vemos, confirmando la inmensa soledad de nuestra mente y sus recuerdos: autocrítica, inquisitiva, dolorosa, casi exacta en cada detalle, pero también a veces una mente que en compañía de una música , un paisaje, un cuadro, una lectura, una compañía, incluso lejana (aquí al lado para un agujero de gusano ;)) o un pensamiento, nos lleva a un estado atemporal, bello, armonioso, humano, gozoso hasta el éxtasis , que «abandona» los recuerdos dolorosamente encadenados y donde el mal de pronto se desvanece y nuestra inmensa capacidad acoge incluso con cariño en un rinconcito de un todo agradable y al fin en paz. Y como estos momentos no duran para siempre, ¡Mejor disfrutarlos a tope! Ya volverán los miles de recuerdos no tan agradables, perfectamente registrados y que sólo nosotros podemos ver y que también son parte de nuestra mente y por tanto de nosotros, y del resto también, aunque éstos los olviden y por tanto los pierdan o modifiquen sin parar y sin ser conscientes de ello.
    Una mente que también nos permite compartir estas cosas que nadie más experimenta y recordarlas en momentos de recuerdos difíciles, para sin duda sufrir un poquito menos ¡Gracias!

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    • Buena reflexión e ineteresante, pero para mí no se trata tanto de una memoria basada en el registro de aquello que ”nos duele” y es injusto, sino que se trata más bien de una memoria puzzle que nunca llega a saciarse porque necesita conocer ”la verdad” con mayúsculas y entender cómo la injusticia y la falta de veracidad son en sí el resultado de un registro maquillado, que no llega a necesitar de esa curiosidad por entender el bien común para crear un recuerdo verdadero que me obliga en mi caso a memorizarlo todo. Es por ello que la justicia universal es en sí la finalidad de todos y cada uno de los registros que el superdotado profundo lleva a cabo en su memoria a lo largo del recorrido vital. Cierto que la injusticia está siempre a punto de ser olvidada, al camuflársela por nostalgia en la mente del otro, ese que soporta altos niveles de injusticia a los que llega incluso a denominar como nostalgia, y no necesita seguir buscando respuestas para animar ”su recuerdo”. Todo este proceso de memoria restringida, llega en sí a que los altamente superdotados, seamos testigos y analistas de una injusticia continuada en el tiempo y en el espacio, que no es exigente con un tercero pero que nos sume en una búsqueda infinita de la verdad y del sentido de la justicia. Pero el malestar moral, entiendo se trata más bien de que esa justicia universal nunca llega y encima se nutre de la falta de conciencia de los individuos y eso en sí, es una conciencia tan diferente que nos hace sufrir amargamente, su incompatibilidad. Es más lo que describo como una memoria que al mismo tiempo no puede normalizar la tolerancia a las injusticias de los demás y que en la búsqueda de lo justo siempre acaba sola y hermética, a modo de registro inacabado, conformándose en sí en una especie de túnel de lo aprendido, de lo memorizado, y en el que aunque siempre rápido en el desplazamiento en el espacio y en el tiempo del recuerdo, la salida al exterior es cuasi imposible, desaparece.

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